Se puede
definir como un conjunto
de conocimientos, costumbres, modos de vida, creencias, hechos, etc., transmitidos
por las generaciones anteriores.
La tradición ofrece el contacto
vivo y útil con los orígenes, con lo que fue antes de nosotros pero que continúa
viviendo de algún modo. Desde el punto de vista de los orígenes la tradición nos
dice quiénes somos y de dónde venimos, quienes fueron nuestros antepasados y cuál
fue su lugar en la historia. Saber esto nos permite hacer las cuentas con
nuestro pasado y de esta manera crear unas bases sólidas para construir el
futuro.
La tradición ofrecen también un
cumulo intenso de conocimientos acumulados tanto en los escritos como en otros
soportes culturales. Los libros son sin duda la mejor forma de transmitir la
cultura pero los conocimientos se transmiten también a través de muchos métodos
por ejemplo: a través de las costumbres, aparatos técnicos, en los sistemas
organizativos de la sociedad. De la tradición recibimos también un conjunto de costumbres y modos de
hacer específicos que determinan la personalidad concreta de regiones y de los países.
La época moderna a adoptado una
actitud generalmente negativa ante la tradición a la que se puede llamar progresismo. Una actitud opuesta-también equivocada
pero más apropiada de las épocas pasadas es el tradicionalismo que se define
como la desconfianza sistemática ante la novedad, así como el progresismo desconfía de lo antiguo, el
tradicionalismo desconfía de lo nuevo.
Ninguna de estas dos posturas
hace realmente justicia a la tradición pues ambas son excesivamente radicales. El
hombre siempre está en lucha con la caducidad y con el tiempo y debe de
adaptarse continuamente a los cambios que se producen o que el mismo crea.
La actitud adecuada ante la tradición debe de compaginar
el amor al pasado con el amor al futuro, el respeto de lo antiguo con el reto
de la novedad. Jaspers dice “la esencial mudanza de la historia, exige
recordar el valor incomparable de lo antiguo, realizar creativamente lo actual y
vivir de verdad en el presente bajo los puntos de referencia y los criterios de
lo que en otros tiempos fue grande”.
La tradición nos ofrece conocimiento y nos distingue
ante el resto de la humanidad, rechazar o despreciar este conocimiento sería
absurdo e inmaduro, sería como volver a empezar a construir en vez de edificar
sobre lo ya levantado y rechazar
las costumbres específicas de nuestra tradición es como rechazar la propia
identidad, la libertad personal y la libertad social están por encima de
cualquier tradición.
Por Oscar Edgardo Escalante Cortez.
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